
-Salud mental y emociones en el aislamiento consciente –
Desde el pasado primero de septiembre, tanto en Colombia como en la mayoría de los países, se ha avanzado hacia una nueva etapa en el confinamiento, a causa del coronavirus (COVID19).
Ya casi todos, por no decir todos los sectores de la economía se encuentran abiertos, vemos cada vez más gente en la calle, algunos con consciencia social portanto el tapabocas… y otros esperando el momento adecuado para volver a salir.
Entre tanto, nuestros niños se encuentran esperando la apertura de sus jardínes y colegios; poder volver a compartir con sus amigos, más allá de las clases vituales… y todo esto lo único que implica para todos es tener y grantizar un MAYOR AUTOCUIDADO.
Es un hecho, el coronavirus llegó para quedarse; en unos años estaremos hablando de él como hablamos, en la actualidad de la varicela, la gripe porcina o la gripe española. Mientras esto sucede, en casa debemos prepararnos para continuar con nuestras vidas, con muchos más cuidados que antes y con el establecimiento de rutinas que nos permitan mantener nuestra salud y bienestar.
El lavado de manos permanente que, si bien ha sido necesario siempre para evitar múltiples enfermedades, ahora más que nunca lo hacemos consciente y empezamos a educar en este hábito a nuestros niños desde muy pequeños debido a la aparición del Covid-19.
Por su parte el uso de tapabocas, que tiene como principal objetivo evitar que quien padece la enfermedad la propague, pero que está demostrado que al utilizarlo todos, la probabilidad de contagio se reduce notablemente.
El distanciamiento social, esta nueva rutina, la que más nos ha costado y nos costará por nuestra condición y necesidad humana, de ser sociales, de relacionarnos con el otro. Hoy los niños están aprendiendo nuevas formas de socializar, jugar, sin entrar en contacto físico pero igual divirtiéndose, de compartir “sin compartir” pero teniendo la intención y conociendo el significado como tal de la palabra.
A diferencia de lo que pueden pensar muchos adultos, los niños serán nuestros grandes maestros en esta etapa del confinamiento, pues tienen la gran capacidad de ser solidarios con su generación, de respetar las normas e instrucciones que dan los padres o cuidadores y que están directamente relacionadas con su salud y la de los demás.
Muchos padres de familia se cuestionan sobre el autocuidado en los niños más pequeños, pero ellos poco a poco han ido demostrando que son capaces de cumplir con las normas de bioseguridad, de utilizar el tapabocas y mantenerse alejado de aquellas personas que no conviven en la misma casa e incluso corrigen al adulto en su proceder cuando es errado.
Los niños tienen un cerebro tan moldeable, que se ajustan, se adaptan a la situación conforme se les enseña. Es hora que ellos tengan la oportunidad de salir, de retomar sus actividades, para mostrarnos que lo pueden hacer mucho mejor que nosotros, siempre guiados por el buen ejemplo y la práctica desde casa.
Hoy, mientras nuestros pequeños sueñan con volver al colegio, retomar su sus rutinas, los adultos nos preocupamos por todo lo que esto implica: el contacto con otros niños y su cerco epidemiológico, el pensar en los descansos y sus deseos de jugar y compartir con los demás, la práctica de deportes en equipo y hasta el consumo de los alimentos y la utilización del baño, se han convertido en temas que desvelan a padres y hasta abuelos.
Para esto se requiere igualmente el trabajo y compromiso de todos, es imperativo enviar a los niños en perfecto estado de salud al colegio, comprometernos a dejarlos en casa cuando presenten algún tipo de síntoma médico o enfermedad, así esto nos implique un mayor esfuerzo a los adultos que debemos cuidarlos, modificando nuestros horarios o formas de trabajo, o incluso quedándonos en casa con ellos.
Además, es importante tener en cuenta que cada una de las instituciones educativas, antes de abrir sus puertas para recibir a los niños, debe diseñar protocolos de bioseguridad, los cuales son aprobados por los organismos de control de cada región, municipio o condado.
Con todo lo anterior, llega también un reto grande a las familias: el cuidado de la salud mental. La decisión que tomen como familia, estará bien si se sienten bien con ella. Si deciden dejar los niños en clases virtuales, si deciden enviarlos presencialmente al colegio, si deciden hacer homeschooling o si deciden detener la educación formal por un tiempo mientras se adquieren otros tipos de aprendizajes que pueden ser igualmente importantes para la vida. Cada familia decide lo mejor para sí, y lo importante es que se sientan tranquilos y confiados en que lo hacen por el bienestar de todos.
Ahora bien, debemos tener cuidado con lo que hablamos en casa, con nuestra manera de expresar nuestras emociones con la situación, pues la idea es no generar temores en los niños que puedan causar trastornos de ansiedad e incluso de comportamiento.
Somos adultos, tenemos más capacidad de raciocinio que ellos, así que de nosotros depende en gran medida la manera como los niños tomen esta nueva realidad. No se trata de esconder las emociones y sentimientos, sino simplemente de saber expresarlos para no generar daños irreversibles en la salud mental de la familia.
Tratemos también de escucharlos, demos respuestas honestas, claras y sencillas a sus preguntas, de manera que tengan la certeza que somos fuentes de información confiables y empáticas con sus cosas. Procuremos anticiparles lo que sucede en nuestra casa, a fin de que ellos puedan tener un mayor control también de la situación.
Los niños expresan muchas cosas a través de sus conversaciones, sus juegos, sus comportamientos, así que aprendamos nosotros a interpretar todo esto, para que así tengamos más información y podamos tomar mejores decisiones.
Como conclusión, la nueva etapa del confinamiento nos obliga, como su mismo nombre lo dice, a ser mas conscientes con nuestros comportamientos, a ser más responsables con nuestra salud y con la de los demás, a seguir el ejemplo de solidaridad que nos dan los niños, y a vivir en un mundo con más cuidados para nuestra salud física y mental.
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Por: Catalina Builes, Psicóloga y especialista en salud mental del niño y el adolescente