En consulta uno de los temas que más preocupa a los padres es el uso de las pantallas. Dentro de las preguntas más frecuentes están: ¿cuál es la hora adecuada para verlas? ¿cuánto tiempo al día? ¿desde qué edad? entre otras.
A lo que les pregunto: ¿cuáles son esos momentos en que sus hijos usan las pantallas? La mayoría de los padres parecieran estar de acuerdo en que la razón por la que los niños están expuestos a pantallas, es para que los padres puedan ocuparse de otras cosas o tener tiempo libre, para evitar las peleas entre hermanos, para lograr que los niños hagan sus rutinas y hábitos de manera fácil y tranquila, y porque sienten que los niños están calmados y seguros .
El uso de pantallas impacta el cerebro, las emociones y el comportamiento de los niños ya que influyen en su desarrollo de manera evidente y es por esto que es importante conocer el efecto de las mismas en la vida de nuestros pequeños.
Es importante tener en cuenta que, durante los primeros años de vida, es donde se asientan las bases neurológicas y del desarrollo intelectual y social del niño. Es durante sus dos primeros años que el cerebro crece el triple y es muy frágil a las influencias del entorno.
Es la época donde los nuestros pequeños adquieren aprendizajes a través de las experiencias interpersonales y sensoriales claves en el desarrollo cerebral.
Al estar expuestos a pantallas, los niños experimentan fascinación, no aprendizaje, que es lo que erróneamente pensamos. El placer que produce ver la pantalla va directamente a la zona de recompensa del cerebro, razón por la cual les gusta tanto y no quieren dejar de verla.
¿Pero por qué se produce esa fascinación y placer? Hay una hormona muy importante que es la que llamamos dopamina, la cual está encargada de las pasiones, la motivación, la perseverancia y tiene mucho que ver con la autorregulación, la concentración y el aprendizaje. Cuando los niños están expuestos a pantallas liberan esta hormona de manera artificial y por eso les produce esas sensaciones en su cerebro y cuerpo. Podemos comparar el placer que sienten viendo pantallas con lo que siente una persona adicta a la droga en el momento que la consume, la vía dopaminérgica del cerebro les dice, dame más, no es suficiente… esta es la razón por la que cuando les quitamos la pantalla los niños se desregulan, se enojan, se frustran y hay ocasiones que nada más los motiva.
Cuando hablamos de los efectos de la exposición a pantallas hablamos de contenido y de lo que produce el sólo hecho de estar frente a ella ya que se afecta el nivel de pensamiento y la realidad se vuelve aburrida necesitando gratificación inmediata afectando su comportamiento.
Por otro lado, el estar expuestos a contenido inadecuado para su edad, violento, o que produce emociones muy fuertes hace que por un lado se normalice la violencia y se confundan pues el cerebro de los niños es literal y no distingue entre ficción y realidad.
Dentro de las consecuencias del uso inadecuado de pantallas están:
Los niños aprenden del juego creativo, de sus interacciones y conflictos con otras personas y la exposición frecuente a pantallas les impide vivir, disfrutar y aprender de esas experiencias.
Lo que se transmite en las pantallas provoca emociones fuertes, (temor, rabia, felicidad) que influyen en cómo las personas piensan y se comportan. En las consecuencias físicas hay alteraciones en el sueño, en la alimentación, obesidad, diabetes y sedentarismo.
Por todo lo anterior, mi recomendación sobre cuál es la edad adecuada, es seguir la regla del Psiquiatra Francés Serge Tisseron quien creó la regla 3, 6, 9, 12 que dice: Antes de los tres años nada de pantallas, antes de los 6 años nada de video juegos, antes de los 9 años nada de internet y antes de los 12 años nada de redes sociales.
La conexión con los adultos es muy importante para el sano desarrollo de los niños, utilicemos el tiempo libre para compartir con ellos a través de juegos de mesa, para leer cuentos o contar historias, para salir a caminar y compartir momentos donde los niños aprendan, se sientan amados y seguros.
Un cuento antes de dormir, una historia a la hora de comer, preguntarles cómo les fue, qué hicieron o contar nuestras experiencias del día es una manera de conectarnos y ayudarlos a adquirir hábitos saludables, recuerda, el cerebro de tus hijos te lo agradecerá y lo verás reflejado en su comportamiento.
Por: Paola Flórez Ardila, Psicóloga, Neuropsicología del Desarrollo Infantil, Inteligencia emocional en niños y adolescentes, Teoría del Apego, Disciplina positiva